Música en Uruguay: s. XIX

Influencias

La música en Uruguay durante el siglo XIX estuvo marcada por la llegada de músicos europeos, especialmente italianos, cuyas tradiciones musicales dejaron una huella profunda en el desarrollo cultural del país. Desde finales del siglo XVIII hasta 1900, la inmigración musical en América del Sur fue en aumento, trayendo consigo nuevas influencias y estilos que transformarían el panorama sonoro de la región.

Uno de los hitos importantes de esta época fue la composición del Himno Nacional de Uruguay en 1848, cuya música fue creada por Fernando Quijano. Su estilo refleja la fuerte influencia italiana, que se hizo cada vez más evidente en la música nacional, tanto en la composición como en la interpretación de obras.

Compositores importantes

Antes de la consolidación de la música nacional en Uruguay, hubo figuras pioneras que sentaron las bases del desarrollo musical en el país. Uno de los primeros compositores de relevancia fue Fray Manuel Úbeda (1760-1823), un religioso nacido en Valencia, España, que pasó gran parte de su vida en el actual territorio uruguayo.

Úbeda es reconocido por haber compuesto la primera obra musical culta en Uruguay: “Misa para el día de difuntos” (1802). Esta pieza, de carácter religioso, refleja la tradición musical europea de la época y representa un hito en la historia musical del país. Su importancia radica en que marca el inicio de la composición académica en el territorio, en un momento en el que la música aún estaba en desarrollo.

Si bien su obra no es tan conocida popularmente, sigue siendo una referencia fundamental para los estudiosos de la música en Uruguay. Para quienes quieran escuchar esta pieza histórica, aquí hay una interpretación disponible:

A lo largo del siglo XIX, la música en Uruguay fue cobrando mayor importancia gracias al trabajo de compositores y directores que dejaron una huella en el desarrollo musical del país. Gran parte de este crecimiento se dio en el ámbito religioso y operístico, con la Catedral de Montevideo y el Teatro Solís como escenarios clave para la formación y presentación de nuevas obras.

La música en la Catedral de Montevideo
La Catedral de Montevideo fue un centro neurálgico para la actividad musical del siglo XIX. Varios compositores y directores europeos dejaron su legado en este espacio:

Fray José María de Arzac dirigió conjuntos en la Catedral entre 1832 y 1836, contribuyendo a la organización de la música sacra en la ciudad.

José Giuffra, un músico italiano que llegó en 1850 con la compañía de ópera de Teresa Questa, se convirtió en director de los coros y la orquesta de la Catedral. Además, fue el primer profesor de contrapunto en Uruguay, ayudando a la formación de nuevas generaciones de músicos.

Antonio Sáenz, de origen español, dirigió conjuntos en la Catedral y también fue director de la orquesta de la Casa de Comedias durante 15 años. Dentro de su producción musical destacan dos obras de gran importancia: “Misa Solemne” y “Te Deum”.

Carmelo Calvo, compositor y maestro español, fue organista y director de música en la Catedral por 30 años. Su influencia en la música nacional fue notable, ya que además de sus contribuciones al repertorio sacro, compuso la ópera “Ofelia”, estrenada en el Teatro Solís en 1880, así como varias zarzuelas, misas y oratorios. Como profesor de composición, tuvo entre sus alumnos a León Ribeiro.

El aporte de los músicos europeos
El siglo XIX fue testigo de la llegada de diversos músicos europeos que enriquecieron el panorama musical uruguayo. Uno de ellos fue Juan José de Sostoa, quien llegó alrededor de 1860 y cuya actividad ayudó a consolidar la música en el país. Por otro lado, Carmelo Calvo dejó un importante legado en la enseñanza musical y en la creación de repertorio, abriendo el camino para compositores locales.

León Ribeiro: el primer sinfonista de Uruguay
Uno de los músicos más relevantes que surgió en esta época fue León Ribeiro, considerado el primer sinfonista y cuartetista en la historia de la música culta en Uruguay. Su producción marcó un hito en el desarrollo de la música académica nacional, consolidando la tradición sinfónica en el país. Para quienes deseen conocer más sobre su obra, aquí hay enlaces a tres de sus composiciones:

El nacionalismo musical uruguayo y la influencia europea

A finales del siglo XIX y principios del XX, la música en Uruguay comenzó a desarrollar una identidad más definida, en gran parte gracias a la influencia de compositores formados en Europa. Dos figuras clave en este proceso fueron Carlos Pedrell y Alfonso Broqua, quienes, a pesar de su formación internacional, ayudaron a sentar las bases del nacionalismo musical uruguayo.

Carlos Pedrell (1878-1941) nació en Minas y fue parte de una familia con un fuerte legado musical. Era sobrino de Felipe Pedrell, reconocido musicólogo y compositor español, quien tuvo un papel fundamental en la formación del joven Carlos. Su educación musical lo llevó a España, donde estudió con su tío, y luego a París, donde continuó su formación en La Schola Cantorum, bajo la tutela del prestigioso compositor y pedagogo Vincent d’Indy. Su obra refleja la combinación de la tradición musical europea con una búsqueda de identidad propia, característica de muchos compositores latinoamericanos de la época.

Alfonso Broqua (1876-1946), nacido en Montevideo, provenía de una familia francesa y fue una de las figuras pioneras del nacionalismo musical uruguayo. Su formación en La Schola Cantorum de París, también bajo la dirección de Vincent d’Indy, lo dotó de una sólida base académica que influyó en su estilo compositivo. A diferencia de otros compositores que mantenían una fuerte conexión con las corrientes europeas, Broqua se destacó por integrar elementos de la música folclórica y autóctona uruguaya en su obra, sentando las bases de una identidad musical nacional. Su legado es invaluable para el desarrollo de la música culta en Uruguay, y aquí puedes escuchar una de sus composiciones:

Eduardo Fabini y la consolidación de la identidad musical uruguaya

A medida que avanzaba el siglo XX, Uruguay vio emerger compositores que lograron integrar las influencias europeas con una identidad musical propia. Eduardo Fabini (1882-1950) fue una de las figuras más representativas de este proceso, destacándose como compositor, violinista y pianista.

Fabini nació en Solís de Mataojo, en el seno de una familia de origen genovés. Desde joven mostró un gran talento musical, lo que lo llevó a estudiar en el Conservatorio Musical La Lira, donde tuvo como maestros a destacados músicos como Romeo Masi, Virgilio Scarabelli, Miguel Ferroni e Italo Casella.

Su obra combina la riqueza armónica y técnica de la tradición clásica con un profundo interés por la música autóctona uruguaya. Uno de sus trabajos más importantes es el ballet indígena “Mburucuyá”, con texto del poeta Fernán Silva Valdés, donde logra plasmar un lenguaje musical que evoca el paisaje y la cultura de su tierra. Para quienes deseen conocer más sobre esta obra emblemática, aquí hay un enlace a “Mburucuyá”:

Bartolomé Hidalgo y la música patriótica en Uruguay

En los inicios del siglo XIX, la música en Uruguay no solo estuvo influenciada por las corrientes europeas, sino que también tuvo un fuerte componente patriótico y popular. Una de las figuras más importantes en este ámbito fue Bartolomé Hidalgo (1788-1822), reconocido tanto por su labor como poeta como por sus composiciones musicales.

Hidalgo fue uno de los primeros en utilizar la música como una herramienta de expresión política y social. Se destacó por la composición de “cielitos” patrióticos, un género musical y poético que se convirtió en un símbolo de la lucha por la independencia. Estas composiciones, de estructura sencilla pero de gran carga emocional, acompañaron los procesos independentistas en el Río de la Plata.

Uno de sus cielitos más emblemáticos es el “Cielito de Maipú”, una obra que conmemora la victoria de las fuerzas patriotas en la Batalla de Maipú en 1818. Su música y letra transmiten el sentimiento revolucionario de la época y siguen siendo una referencia en la historia de la música nacional.

Para escuchar el “Cielito de Maipú”, aquí tienes un enlace:

Las especies de música popular en Uruguay

A lo largo del siglo XIX, Uruguay contó con una rica variedad de expresiones musicales populares, muchas de las cuales se fueron perdiendo con el paso del tiempo. Algunos géneros que en su momento fueron fundamentales en la identidad cultural del país hoy se consideran especies extinguidas, ya que dejaron de practicarse o evolucionaron en nuevas formas musicales.

Entre estas especies destacan:
El cielito, popularizado por Bartolomé Hidalgo, fue un género de música y danza con un fuerte contenido patriótico, asociado con las luchas independentistas del Río de la Plata.
La media caña, un género de baile de pareja suelta con gran influencia española y africana, que tuvo un papel importante en las celebraciones populares.
El baile de cuadrillas, una danza grupal de origen europeo que se bailaba en salones y eventos sociales formales.
Los lanceros, una variante del baile de cuadrillas que también tuvo su auge en los salones del siglo XIX, pero que con el tiempo fue reemplazada por otras formas de danza más modernas.

Para quienes deseen conocer más sobre la media caña, aquí hay un enlace a una interpretación de este género:

Aunque algunas formas musicales han desaparecido con el tiempo, otras han logrado sobrevivir en estado residual, es decir, han perdido protagonismo en la música popular, pero aún se pueden encontrar en ciertos ámbitos o como influencia en otros géneros. Entre estas formas destacan:

La habanera o danza, un ritmo de origen cubano que influyó en diversas expresiones musicales en América Latina y que en Uruguay tuvo presencia en el siglo XIX. 
La marcha, un género asociado a la música militar y patriótica, que sigue teniendo un papel en actos oficiales y desfiles, pero ha perdido relevancia en la música popular.
La mazurka, de origen europeo, fue muy popular en los salones uruguayos del siglo XIX. Aunque ha caído en desuso, aún se encuentra en algunos repertorios de música tradicional.
El chotis, una danza de origen europeo que llegó a Uruguay con los inmigrantes y que se bailaba en fiestas y reuniones sociales.
La vidalita, una expresión musical característica del folclore rioplatense, que aún se escucha en algunas interpretaciones de música criolla, pero que ha perdido la popularidad que tuvo en el pasado.

Para quienes quieran conocer más sobre estas especies musicales, aquí hay algunos ejemplos:

A pesar de la evolución de los géneros musicales, algunas expresiones tradicionales han logrado mantenerse vivas en la cultura uruguaya, ya sea en su forma original o adaptadas a nuevos estilos. Entre estas, destacan:

La milonga, uno de los géneros más representativos del Río de la Plata. Su ritmo característico y su influencia en el tango la han mantenido vigente en la música tradicional y popular uruguaya. Existen distintas variantes, desde la milonga campera, más ligada al folclore, hasta la milonga ciudadana, que se fusiona con el tango.
El vals, de origen europeo, llegó a Uruguay en el siglo XIX y se convirtió en un pilar de la música de salón y popular. Su presencia sigue siendo fuerte en el repertorio de música criolla y en eventos tradicionales.
La ranchera, un género bailable con raíces centroeuropeas que en Uruguay se convirtió en parte del repertorio folclórico, con letras que evocan la vida en el campo.
La polka, un ritmo de origen europeo que llegó al país a través de la inmigración y se adaptó a las tradiciones locales, manteniéndose en el repertorio de la música criolla y bailable.

Para escuchar unos ejemplos de milonga uruguaya, aquí hay dos enlaces a unas interpretaciones representativas:

Otros géneros representativos de la música uruguaya

Además de los géneros que se extinguieron, quedaron en estado residual o siguen vigentes, Uruguay cuenta con manifestaciones musicales únicas o con fuerte arraigo en su identidad cultural. Algunas de ellas provienen de la influencia africana, mientras que otras nacieron en el ámbito rural y popular.

La herencia africana en la música uruguaya
Durante el siglo XIX, las comunidades afrodescendientes en Uruguay desarrollaron expresiones musicales que influyeron profundamente en la identidad del país. Entre ellas destacan:

Los tambos o tangos de negros: Surgieron a principios del siglo XIX y eran formas de expresión musical y dancística propias de los esclavizados africanos y sus descendientes. Estos ritmos y bailes fueron el germen de lo que más tarde se conocería como el candombe.
El candombe: Más que un género musical, el candombe es una manifestación cultural que abarca la música, la danza y la identidad afrodescendiente en Uruguay. Incluye antiguas danzas africanas como la chica y la bámbula y se ha convertido en un símbolo de Montevideo, con sus comparsas y su presencia en el Carnaval.

El pericón: la danza nacional uruguaya
Aunque Uruguay comparte muchas tradiciones musicales con Argentina y otros países de la región, el pericón es considerado el único género musical auténticamente uruguayo. Esta danza tradicional surgió en el siglo XIX y, con su coreografía en grupo y su carácter festivo, sigue siendo una de las expresiones más representativas del folclore nacional.

La chamarrita
Otro género que ha perdurado en el tiempo es la chamarrita, un ritmo folclórico con influencias europeas. Su melodía y cadencia la hacen característica de la música criolla de la región.

Para escuchar una interpretación de chamarrita, candombe y pericón, aquí hay unos enlaces:

La música religiosa en Uruguay: tres etapas de su evolución

La música religiosa en Uruguay ha tenido un papel fundamental en el desarrollo del panorama musical del país. A lo largo de los siglos, ha pasado por distintas transformaciones, influenciadas por cambios en la instrumentación, la composición y la llegada de nuevas corrientes musicales. Se pueden identificar tres grandes etapas en su evolución.

Hasta el siglo XVIII: los inicios de la música sacra
Antes del siglo XVIII, la música religiosa en Uruguay se desarrollaba dentro del marco litúrgico colonial, con una fuerte influencia española. La música sacra estaba limitada a cantos litúrgicos sencillos y se utilizaban instrumentos como el arpa para acompañar los oficios religiosos.

1750-1830: la consolidación de la música religiosa orquestal
A partir de la segunda mitad del siglo XVIII, la música sacra en Uruguay comenzó a evolucionar con la introducción de nuevas estructuras y la ampliación del acompañamiento instrumental. Durante este período:
El órgano reemplazó al arpa, estableciéndose como el principal instrumento de acompañamiento en las ceremonias religiosas.
•Se empezaron a componer misas a 3 y 4 voces, con el respaldo de órgano y orquesta, lo que dio mayor riqueza armónica a la música sacra.
Este cambio marcó el inicio de una tradición de mayor complejidad en la música religiosa, sentando las bases para lo que vendría en la siguiente etapa.

1830-1860: la influencia operística en la música religiosa
Con el auge de la ópera en el siglo XIX, la música religiosa en Uruguay comenzó a incorporar elementos de este género, dando lugar a misas sinfónico-corales con mayor expresividad dramática. Durante este período:
•Se crearon misas con orquesta, solistas y coros, adoptando una estructura más cercana a la ópera.
•Se popularizaron los oratorios, con grandes coros e instrumentaciones más elaboradas.
•Compositores como Antonio Sáenz, José Giuffra y Carmelo Calvo fueron figuras clave en esta transformación, componiendo obras que combinaban la solemnidad religiosa con la grandiosidad de la música escénica.
Esta etapa consolidó la música religiosa como un género de gran importancia en la vida cultural de Uruguay, integrando influencias europeas y expandiendo su alcance más allá del ámbito litúrgico.

La música de teatro

El teatro fue un espacio fundamental para el desarrollo de la música en Uruguay durante el siglo XIX. Las representaciones teatrales no solo incluían diálogos y actuaciones, sino también manifestaciones musicales que enriquecían la experiencia escénica. A lo largo del siglo, dos corrientes principales dominaron la escena: la tonadilla escénica española y la ópera italiana.

La Casa de Comedias: el primer teatro de Montevideo
El epicentro de la música teatral en Montevideo fue La Casa de Comedias, la primera sala de espectáculos teatrales de la ciudad, fundada en 1793. A lo largo de su historia, este teatro cambió de nombre varias veces:
Teatro del Comercio (1843)
•Teatro Nacional
Teatro de San Felipe y Santiago (1855)
•En 1879, se reconstruyó y pasó a llamarse Nuevo Teatro San Felipe.

Las primeras expresiones musicales en el teatro uruguayo
Los primeros géneros musicales que se presentaron en los escenarios uruguayos fueron:
La tonadilla escénica española: pequeñas piezas musicales con carácter cómico y popular, interpretadas entre actos de las obras de teatro. Autores como Esteve, Laserna, Valledor, Rosales, Castel y Ferandiere fueron algunos de los más representativos.
El melólogo, una forma teatral en la que el texto hablado se acompañaba de música instrumental para intensificar la emoción de la escena.
La zarzuela, que emergió tras la desaparición de la tonadilla y el melólogo, y se convirtió en un género muy popular en los teatros de Montevideo.

El auge de la ópera italiana en Montevideo
A partir de 1820, comenzó a desarrollarse un gusto creciente por la ópera italiana en Uruguay, en sintonía con lo que ocurría en otros países de América Latina. Este interés llevó a que en 1830 se escuchara la primera ópera completa en Montevideo:
“L’inganno felice” de Gioachino Rossini, dirigida por el músico español Antonio Sáenz.
La ópera italiana se convirtió rápidamente en la preferida del público montevideano y marcó el inicio de una tradición operística que se consolidó con la llegada de compañías europeas y la construcción de teatros más sofisticados, como el Teatro Solís (1856), que se convirtió en el gran escenario de la lírica en Uruguay.

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