Louis Prima suena en mis audífonos, pero no logro evitar en mis pensamientos lo incómodo que es esta silla de comedor que uso para mi escritorio por falta de otra mejor, increíble que ya haya pasado casi un año y no haya hecho nada al respecto, probablemente es pereza sumada a la siempre disponible posibilidad de utilizar el dinero para algún otro gusto menos importante pero más llamativo. ¿Cuánto se supone que debe durar este flujo de conciencia? porque solo voy a darle hasta cuando empiece a sentirse verdaderamente forzado y cuando ya los pensamientos se repitan, además tengo varias lecturas aún por hacer y no creo poder estar tranquilo en mis planes de esta noche si empiezo a pensar en todo lo que tengo que hacer, ay pero estos días si que he tenido problemas para concentrarme mesuradamente y avanzar en mis responsabilidades. Triste como toma varias semanas de juicio para adquirir un habito disciplinado de lectura y concentración y como solo con menos de un mes de descanso descarado todo se pierde inadvertidamente, es también que me encuentro pensando mucho en una amiga. Me atrae siempre lo ha hecho pero eso no ha cambiado nada nuestra relación durante los años pero por qué recientemente me encuentro pensando tanto en ella, ¿es que estoy negando o aceptando un amor?, o simplemente es un capricho característico de la coyuntura. Probablemente sea esto último. El jueves que estuvimos en el parque debí haber dejado una impresión tan nihilista de mi que incluso me sorprendí al oír las palabras que salían de mi boca. Pero no me arrepiento porque fui honesto y siempre es agradable poder exponer y ensayar pensamientos con otras personas que estén dispuestas a escuchar por mucho que no logren comprender aquello que uno quiere decir. Es más ni yo sabía que quería decir la mayoría de las veces. Lo aún más bello es que bajo esa máscara nihilista frente al futuro sin fin, la vida sin sentido, encuentro una liberación tan grata que nadie más me supo dar entre más desilusionado me encuentro con el movimiento de la vida en general, más tranquilo me encuentro conmigo mismo, porque por lo menos los grandes agobios de la existencia se desploman frente a la paz de aceptar este movimiento como es y tratar de surcarlo con actitud alegre y dispuesta de quien abraza el infinito, como el surfista surca su ola aún conociendo las posibilidades no tan bonitas. ¿Será posible actualizar un nihilismo contemporáneo?, no de desilusión sino de liberación, de reflexividad y crítica, introspección y exposición. “Has vuelto a verme para que yo sepa de tu desventura, por la amargura de un amor igual al que me diste tu” escucho decir a Toña la Negra. Ay, como aprecio la tranquilidad y el silencio de este apartamento cuando mis padres están viajando. Estas dos semanas han pasado a mi ritmo y a mi ruido, por lo menos comprensible y apacible para pensar en aquello que quiero pensar, cuando lleguen el martes, mi madre me va a preguntar si los extrañe, y yo le responderé lo mismo que les he respondo los últimos años durante sus múltiples viajes: no los entrañe verdaderamente, porque la paso muy bien estando solo, la paso igual de bien que cuando disfruto de su compañía. Son dos formas de dicha distintas y a la vez equiparables en su importancia para mi: cuando están, estoy con ellos y me fundo en ellos y en sus actividades, los disfruto, y cuando no están me disfruto a mi y mis tiempos y pensamientos. Además de no estar verdaderamente solo porque siempre tengo que estar atento a las locuras de estas dos señoritas gatunas que parecen ser las verdaderas dueñas del apartamento. Quiero creer en algo, ojalá un amor enceguecedor.
Isaac G. L.
Enero 2021