Se debería de hablar mucho más seguido del fracaso. Por lo menos ofrecer algo de protagonismo a eses personajes fracasades de sus propias vidas, eses actores/actrices que por más que intentan no llegan ni al papel de personajes terciaries de nadie. Yo soy una de esas sujetas. Un fracaso en todo sentido, o, pues, en todos los sentidos realmente importantes diría yo.
¿Que es un poco… bueno… bastante forzado usar la excusa de ” les pobres personajes fracasades” para hablar de mi vida? Puede ser. Pero ¿me importa realmente que me puedan percibir como una egocéntrica, narcisista, psicópata megalómana, por hacer esta historia sobre mí? Emmmmm un poco también. PERO, y este es un gran pero, es justamente ese bajo autoestima, esa ansiedad, social y generalizada, ese sentimiento de que la gente no me aguanta, me desprecia, me odia, lo que me lleva a concluir que, tal vez, yo, Julia, merezca ser llamada una fracasada.
Primero que nada, siento que tal vez sea importante hacer una que otra confesión, para que así la historia sea más comprensible y porque, además, este puede resultar un método más cómodo para yo poder liberarme, para escapar de ese vacío que es existir sintiendo que soy una desconocida de todes. Mi nombre como ya lo dije es Julia, mañana probablemente lo siga siendo y dentro de un mes igual, sin embargo, hace solo unos 4 o 5 meses no era Julia, mi nombre era otro el cual no diré, porque entonces hablaría del yo que ya no es yo; soy una mujer trans, tengo 21 años de ser, pero no sabría decir si de existir o vivir; a día de hoy YO, Julia, aún no existo para mucha gente y, tal vez, para alguna de esta, nunca lo haga.
Pero no les culpo, yo soy la primera en no reconocer mi existencia, cuando me veo, cuando me escucho, cuando me siento, cuando me percibo no encuentro a Julia, solo está este cuerpo de rasgos y voz masculina. Nunca corrijo a nadie, si me dicen “señor” es lo que hay, yo también “lo” veo, odio hacerlo, pero lo hago. Una que otra amigA (énfasis en la A) me ha llegado a decir que no me calle, que incomode si hay que incomodar a alguien, que corrija si hay que hacerlo. Sin embargo, no me sale corregir ni incomodar, no solo por mi introversión ni por mi miedo de hacerlo, sino que es ese golpe de “realidad” que me recuerda que no existo, que yo solo existo para mí y para unas pocas personas que me conocieron.
Esto no significa que el consejo sea malo, de hecho, me parece uno bueno, solo no es para mí. Al fin y al cabo, no soy una mujer trans empoderada ni liberada ni soy una referente de la lucha por la diversidad ni nada de eso; solo soy una fracasada.