Valeria acababa de subirse al bus. Este iba casi vacío, pero, para su mala suerte, al fondo, frente la puerta trasera, un señor, con voz somnolienta, la llamó, haciéndole señales con la mano. Al fijarse bien en el rostro del señor, agrietado por su fuerte expresión, Valeria vio que se trataba de su profesor de gramática visual. “Luis, Luis, Luis…” pensaba ella mientras se acercaba, ese era el nombre del señor. “Luis, Luis, Luis…” seguía. Ella tenía miedo de llamarlo profe y aún más de, sin querer, decirle papá. Luis era alto, muy alto a comparación de ella, quien tuvo la mala suerte de heredar la altura del lado no europeo de su familia; su voz era nasal y algo relajada, sin embargo, tenía una potencia increíble, como si una fuerza divina la amplificara para que todos pudieran escucharla; Su rostro, por su parte, siempre mantenía con expresiones muy marcadas, no había ni un instante en que Luis no estuviera haciendo alguna, lo que le aterraba a Valeria. Ese momento no era una excepción, sus mejillas arrugadas por su extraña sonrisa ya eran suficientes para intimidarla, sin embargo, eran sus ojos, entrecerrados, los que más le inquietaban a ella, que no sabía como interpretarlos, ni que veían, ni por qué estaban entrecerrados ¿era por la sonrisa? ¿era para enfocar la vista? ¿la estaba viendo fijamente a ella? O ¿Qué veía, exactamente?
Entre tantas cosas en su cabeza Valeria continuó “Luis, Luis, Luis…”. Aumentaba la ansiedad de hablar con él. Su sola presencia la intimidaba y lo único que podía recordar era que a él no le gusta cuando le dicen profe. “Luis, Luis, Luis…” continuaba en su cabeza, cada vez más cerca del profesor. Su mente estaba tan enfocada en él que a duras penas se fijó en el chico que estaba sentado al lado. Ella sabia que se llamaba Daniel, pero realmente no le importaba, elles no se la llevaban bien y, de hecho, Valeria solía evitar hablarle. A diferencia de Luis, su voz le parecía irritante y su rostro carecía de expresión alguna. Daniel era egocéntrico y pretensioso, solo sabia hablar de él mismo y, así, en ese instante que Valeria se fijó en él, sintió mucha rabia e incomodidad.
Sin embargo, ya frente a su profesor no había nada que la pudiera distraer, ella solo podía pensar en ser lo más cuidadosa posible en su forma de ser, de hablar y de expresarse con ese señor, era como un campo minado para ella, quería agradarle ¡no! Tenía que agradarle. Daniel ya no existía, eran solo el profesor y ella y, finalmente
– hola, profe – dijo Valeria, olvidando llamarlo Luis
Luis
Luis llevaba por lo menos veinte minutos esperando ese berraco bus cuando llego Daniel. Él tenia algunas dudas y muchas ideas sobre una clase que llamaba “arte y periodismo” de la cual Luis nunca había escuchado ni le sonaba a nada que dieran en la universidad. Sin embargo, interesado, pero algo disperso, Luis intentaba poner atención a lo que le contaba Daniel “… y entonces claro, …” decía el chico “…según ese artículo de Chomsky que te decía hace un momento, el cons…” “Al fin, ahí llego el bus” interrumpió Luis, disculpándose rápidamente y dejando a Daniel hablar nuevamente.
El chico continuó la idea, mientras que Luis subía al bus e iba directamente a la silla frente a la puerta trasera de este. Esa era su silla favorita. Esta le daba más espacio a sus piernas y, además, al estar frente a la salida del bus, salir de este, por más lleno que estuviese, nunca era un problema. Ya sentados Daniel siguió contando. Y contaba disque de la crónica roja. Y contaba de muerte. Y de reporteros de guerra. Y de periodistas. Y de cronistas. Y de crónicas. Y luego empezó a contar… – Gracias – sonó la voz robótica del bus, anunciando el tercer (y ultimo) pasajero que se subió en esa estación.
Daniel, entonces, siguió hablando “ah, yo la conozco a ella, si, estuvimos como en mitad de las clases de c…” “Valeria, hola, ven ven” interrumpió Luis nuevamente. Apenas supo quien era ella la llamo. A él siempre le agradó mucho su actitud y justo ese semestre ella estaba viendo su clase de gramática visual, así que pensó que sería buena idea invitarla a hablar con ellos, de pronto ella también tenía preguntas o cosas que quisiera contar.
Valeria era algo pequeña y además parecía agotada, entonces, cuando el bus arranco, le costo equilibrarse, llegando casi que tambaleando de lado a lado del bus hasta donde Luis y Daniel.
Valeria, ya frente a ellos, tenía una cara caída del sueño y, además, su expresión parecía de preocupación o incluso miedo. Luis se mantuvo en silencio un momento, esperando a que ella se repusiera un poco y dijera algo. Daniel, con la boca levemente abierta, sin saber que hacer, solo miraba al profesor. Entonces Valeria intentando sacarse ese agotamiento se sacudió, al igual que un perro se sacude para quitarse el agua del cuerpo, o así lo vio Luis. Él espero paciente, pero Daniel, que parecía bastante incómodo por la espera, empezó, entre dientes, a seguir con su monólogo sobre periodismo y edición, y redacción y letras y escritura y… Viéndose nuevamente interrumpiendo, valeria, finalmente hablo “hola, profe”
Juli
Apenas vimos el bus, al fondo de la calle, con la puerta abierta y prácticamente solo, corrimos. Yo no me iba en ese bus, pero igual corrí para dejar a Vale allá y para, así, poder despedirme bien de ella. O bueno, lo bien que dos personas ansiosas pueden despedirse, ella también es ansiosa, creo, pero bueno, eso no es importante.
“Chao vale, que te vaya bien con todo” le dije, soltando una risa insegura en medio de la frase.
“Chao Juliiiii” me dijo luego ella, con una sonrisa igualmente insegura mientras movía su mano de lado a lado frenéticamente y luego continuó “a ti también, avisa cuando llegues a tu casa porfa.”
“si si, yo te aviso” contesté. Pero las puertas del bus se acababan de cerrar y tan rápido como pudo, el conductor arranco, dejando a Vale visiblemente sin equilibrio.
A pesar de lo cortante de esa ultima interacción yo sabía que no tardaría mucho en escuchar de ella otra vez, de hecho, Vale suele escribir durante todo su trayecto de bus, probablemente para no dormirse y así no pasarse de su estación, por lo menos eso haría yo. O sea, tiene sentido ¿No?
Supongo que le diré que si le voy a avisar cuando llegue a mi casa, así empiezo la conversación por whatsapp. Siento que ella siempre tiene cosas que contar cuando esta en ese bus, como que todo lo que puede ocurrir le ocurre ahí. Bueno, no se, espero que no le pase nada malo.
Juli:
olaa
Juli:
era para decirte que si te avisare cuando llegue a mi casa xd
Vale:
ah jjsjsj okey
Vale:
gracias
Juli:
Tu también avisa cuando llegues, porfi ^-^
Vale:
Sisisi
Vale:
JULI JULI JULI
Vale:
Mira
Vale:
Que
Vale:
Me subí al bus
Juli:
Si si, yo estaba ahí xd
Vale:
tan chistosa
Vale:
Pero no si
Vale:
Me subí
Vale:
Y y y
Vale:
Estaba LUIS
Vale:
Enserio no puede ser
Juli:
Sjjgjjjjjjj noooo, no puede seeeer
Vale:
Siii y me habló y le dije profe y pues a el no le gusta y no se, estba este man que me cae mal con el y entonces el tambienhablaba creo y si, fue muy malviajante
Juli:
a jueputa, todo mal
Juli:
Al menos no le dijiste papá(?) no sé xd pero sobrevivistee supongooo B)
Vale:
Seeedjjgkkkkk pero igual, pq a miii???