Por Sixta Tulia Fernández
Cristóbal Colón llega a América, pero cuando regresan las carabelas a España los Reyes Católicos están agarrados entre ellos. Isabel le había sido infiel a su marido Alfonso con un lacayo. Coincidencia, mal momento. Llega Colón a la Corte y le dicen que ahora no, que ningún Oriente, ningún América, que primero quieren salvar el matrimonio. Que se devuelva a Italia y monte una panadería o algo así. Colón obedece con el rabo entre las piernas, además convencido de que había llegado era a las tierras de Catay. Prefiere no hacer el ridículo que había hecho Marco Polo años antes y guarda el secreto, monta una panadería en Génova y se dedica el resto de su vida a mejorar la receta del Panettone. Mientras tanto en América los Mexicas se siguen expandiendo embebidos en su hambre de poder hasta abarcar todo el territorio. Desde la Patagonia hasta el estrecho de Bering. Ahí se encuentran eventualmente con los chinos y Europa pierde toda posibilidad de colonias y conquistas abruptas. América se transfigura suavemente en el gran imperio Mexica. Coincidencia, mala suerte para Colón. La reina Isabel de Aragón metió la pata acostándose en un maremoto de deseo con un bufón en la cocina del palacio de Valladolid y América terminó transformándose en otra cosa.