En él estoy,
de él espero
renaciera,
la lluvia, el fuego,
su grave tierra piso,
la que florece.
Yo sólo en él habito.
Sólo acepto este mundo iluminado.
Sólo exalto su eterno laberinto
cierto, inconstante, mío.
El paraíso,
limbo acaso,
tiene un círculo sordo,
donde a ciegas aguardo,
promesas, sucesiones.
Es el infierno; a veces, rara vez,
y su segura luz, aunque se esconda,
alguien podrá quizás
ver más allá.
A veces su luz cambia,
y hay suficiente asombro.
Y despierta o entre sueños
desencadenados
me quedé.
Es su paciencia en mí
entreabrir puertas.