Un cuerpo, no humano, pero un cuerpo, con calor propio, con autonomía. Un cuerpo lleno de sentimiento, que pareciera tener ira, que se moviera por el sentimiento de furia, cuando realmente es una identidad frágil. Tan frágil, pero al mismo tiempo fuerte, dañina y destructora como se lo permitas. Algún tipo de conexión debes crear para poder entenderla y congeniar. Escúchala, obsérvala y adhiérete a sus movimientos, no intentes alterar su curso natural.
Esa pequeña danza que acompaña al viento atrae mi atención, suficientemente potente para resistir y acompañar al viento, pero susceptible a ser extinguido por este mismo. Que intrigante el dialogo de interacciones, tener un cuerpo con ciertas características, volátil y flexible, susceptible a modificaciones y a impulsos para desarrollar algo más allá que sus funcionalidades básicas. Que intrigante que ese mismo factor que ayuda a redescubrir sea el mismo que si no se maneja con cuidado sea el factor que lo extinguirá.