Un día después de mi cumpleaños, el 24 de febrero del 2009 lanzaron por primera vez whatsapp.
Inocente, recuerdo que en ese momento la mensajería instantánea no era tan popular, messenger hacía todo más fácil con sus zumbidos y besos.
Inocente, yo pensaba que era una bobada instalar whatsapp, pues para decir algo, mejor llamar a una persona; sin embargo, con 9 años no es como que tenga mucho que decir… creo… creía.
Inocente, 12 años después, sentada en este sofá, solo puedo pensar el impacto que ha tenido la mensajería instantánea. Cuántas veces me ha visto denuda, me ha visto coquetear, me ha visto llorar esa fría pantalla.
Inocente ese chat verde ha visto más secretos que el mismísimo FBI. Sin darme cuenta, entre más observo esa aplicación a través de la pantalla me siento intimidada.
Inocente, sabe tanto de mí, creo que lo sabe todo. Conoce cada pedacito de mi intimidad. Nos conoce perfectamente a cada uno de nosotros, todas nuestras diferencias, todas nuestras similitudes. Conoce tanto nuestras felicidades como nuestras tristezas.
Inocente, no se puede comprar con otras redes sociales, porque en WA no hya porque mostrar una cara falsa, no hay porque subir imágenes sonriendo.
No tan inocente, tal vez… es tanto para decirle a mi mamá que y llegué a mi casa, como para mandar fotos desnudas a mi novio y a mi amante.