Lina me dio un parlante. Le leí el texto de Sanín y le dije que hiciéramos lo mismo. Me trajo un parlante. De esos Beat ovalados, era de color rojo. Me reí porque me pareció absurdo, esperaba algo más emocionante, algún tesoro de su casa pero solo me dio lo primero que encontró en la mesita de centro. Le dije que no lo quería, que buscara algún objeto más significante, me dijo que tenía que conformarme. Como no me gusta eso lo miré con rabia. Me di cuenta mientras lo tocaba que lo que cubre eso donde sale el sonido es un tejido en hilo. Parece croché, pensé, que curioso, ¿por eso son tan caros? Me imaginé a mujeres indígenas haciendo parlantes. Me imaginé un cuidado detallado sobre un objeto tan insignificante. Si el tejido es un arte, este parlante podría ser digno de catalogarse como obra artística. Recordé que no es trascendental pero útil, bastante. En cualquier encuentro con amigues se necesita alguien que lleve un parlante porque no podemos hablar sin música. Bueno, tampoco es tan urgente pero hace buena compañía. Pensé mucho en el tejido, recordé las veces en que me vieron como alguien insignificante sin mirarme de cerca. No me molesta, lo entiendo, pero a veces me habría gustado que ciertas personas lo intentaran. Llegaron a mi mente caras de personas que tal vez ya olvidaron la mía, porque al principio suelo presentarme mal y creyeron que siempre sería la misma. Me acordé de personas que no me agradan pero conocen el tejido raro de mi piel. Recordé una vez que tuve miedo de que me viera mi tejido frágil y pretendí desaparecer en la calle, donde era imposible esconderse, pero lo logré, o eso creo. Pensé en lo estupido que sonaba en mi cabeza asociar el tejido de un parlante con mi vida social y pensé emocionada que tengo algo especial. Me convencí a mí misma que era tan importante como un parlante caro, algo que todos querían pero que pocos entendían que funciona gracias al cuidado en su construcción. Que llegar a poner hilos sobre un objeto que produce sonido viene de una gran historia de construcción de instrumentos. Pensé en las redes que he hilado e hilos que he cortado y le di sentido, un montón de ruido dentro de un molde insignificante. Pero al final, este parlante sigue sin importarme.