Recuerdo cuando era pequeña –no tanto como la mini biblioteca- y vi en su casa una mini biblioteca. Medía como 15 cm de alto y 10 de ancho, o algo así, es marrón, como cualquier biblioteca de madera, y tiene libros rojos, verdes y azules. La verdad no recuerdo cuándo me la dio, pero recuerdo cuando de pequeña la veía, cuando aún iba a su casa. Siempre me han gustado las cositas tiernas, miniatura, curiosas, y definitivamente una biblioteca igual a cualquier otra, pero versión mini no era la excepción. Lo más curioso es cuando uno se da cuenta de que los libros, a pesar de medir por mucho 4 cm y el más pequeño por ahí como 1 cm, son reales. No recuerdo bien de qué es cada uno, solo me acuerdo que unos eran de leyendas y 2 eran de amor. Amor. Yo creo que no hay coincidencias, que el libro hable de amor y ahora mi amor me hable de libros.
La veía en su cuarto, el mismo cuarto con un tocador lleno de aretes, collares, pulseras, maquillaje, la mayoría rojo, la mayoría de todas sus cosas eran rojas, o bueno, son rojas. Esa biblioteca fue una de las cosas que vi alguna vez en su casa y dije que me gustaban y que por eso terminaron en mis manos, mi mamá dice que me las ha dado porque al fin y al cabo soy su única nieta, a quién más se las daría. No me hace sentir bien pensarlo así, pero si lo pienso bien, prefiero tenerlas yo a que terminen en quién sabe dónde.
No recuerdo cuándo me la dio, creo que eso tenemos en común, no recordamos eso. Pero yo sí la recuerdo a ella y sus intenciones puras de darme esas cosas. Me duele pensar que pueda no recordarme, pero sé que me quiere y que yo la quiero. Ahora cuando veo esa mini biblioteca me hace pensar en cuando iba a su casa, en cuando salíamos, en cuando aún decía mi nombre y me da ganas de devolver el tiempo a cuando era pequeña y la abrazaba.