Una vez que la oscuridad acecha,

ella percibe la soledad de la luna.

Esta le cuenta sobre su angustia, tan pesada,

que la vuelve frágil,

hasta sentirse vacía.

 

Ella sueña con su lejano reflejo,

con sus manos vacías atrapa las emociones,

que forman un torbellino de tristeza.

La luna saturada observa sus acciones,

es testigo de pasos inciertos.

 

Ella transforma su soledad

en un abrazo eterno.

Ella busca su fragilidad,

la luna se refleja en su cuerpo,

sus lágrimas descansan,

descansan alrededor del lugar.

 

La luna, encerrada en un cristal vacío,

le provoca dolor, le provoca angustia.

Ella solo quiere reunirse con su alma,

pero su alma se enreda en su propio vacío.