Eras una habitación segura que no dejabas que nadie tocara. Tenias torres de cajas de cremas que te gustaron y creo que encontramos como ocho cajas vacías de polvos y comida vencida como de 2013. Eras una acumuladora, sí, pero yo creo que se te olvidó todo lo que tenías, y luchabas con serios problemas con decir no. Por eso tu habitación era como una bodega de pedidos de catálogo que nunca usaste. Tu cuarto era un gran qué tal si lo necesito después y nunca lo necesitaste porque ni siquiera ti te cabía en la cabeza un día no estar. Un día no poder poner tu cara pícara que significaba ¿quieres maíz pira? O camine pa la tienda. Aún así nos sigues gastando cosas, de pronto es bueno que tu acumulación se extendiera a los billetes que se veían muy nuevos y fueras amiga de alguien del banco que quedaba al lado del trabajo que siempre te los daba, porque vas a seguir manteniendo la casa incluso ahora y mis abuelitos, que se les llevaron los ingresos lo mismo que te llevó a ti, van a poder estar tranquilos porque nunca te casaste ni tuviste hijos y los vas a seguir cuidando. Sólo queda tu vacío. Y un montón de cajas.