Le han pasado bisturí tantas veces.
Bueno, se lo pasaron. Ya no tienen que hacerlo nunca mas. El bisturí para moldearle su cuerpo, para reteñirle sus contornos, para que tuviera curvas, para que se moviera, aún en madera, pero para que se moviera un poco. En la cabeza al menos. Pero es demasiado rígida, está parada sobre sus cuatro patas, y me parece que todas son igual de largas, igual de anchas. Pero lo importante es su bisturí, el bisturí. Me parece que me mira, pero sus ojos se hicieron con dos hachazos pequeñitos, con dos rasguños, del mismo bisturí de siempre. Sus ojos son rayas, son incisiones en la piel, como para que la madera se esclarezca, para que se vea que ahí están. Sus ojos son pequeñas hendiduras en la madera, la madera es oscura y común, como todas las maderas que uno ve, como las maderas del piso de José, que no conozco, pero algún día conoceré. José vino una vez, le regalé un cuadro. De hecho, vino varias veces, dos realmente. Rarísimo, acá todos con mi mamá. Todavía me dice que le mande saludes. ¿Cómo está tu mamá? Y yo, pues bien, Mago ahí va. Mago es José. Pero ni José ni el Mago saben que estoy hablando de ellos acá. Yo estoy hablando de la jirafa, de mi jirafa, que me trajo José de África. Alguna vez.
Cuando vino José a mi casa tenia unos jeans de mi mamá. Puse un disquito del MTV unplugged de Nirvana. Me acuerdo de cuando entró a mi estudio, y yo Mago que más, finalmente te traje a mi cueva. Y él Sofía, que más, finalmente. Y los ojos por todas partes viéndonos. Y yo como si nada, Mago, mira el cuadro que te hice, y yo, pero no lo abras, espérate a que llegues a tu casa. Y él Sofía, déjame ver el cuadro. Y yo, bueno Mago, y yo roja de la pena. Y él Sofía me encanta, y yo, ¿de verdad Mago?
José me trajo una jirafa cuando llegó de África, pero no se cuando me la entregó. No se si fue el día del MTV unplugged o si fue otro día, en cualquier otro lugar, muy remoto, sobretodo muy remoto. Todos los lugares de José son remotos, pero los míos también. Pero me trajo una jirafa de madera, y yo Mago, que lindo gracias, y después cuando nos despedimos estaba esa cosa que no se dijo yéndose por la puerta. Las palabras que uno dice mirando al piso, cuando uno sabe que la cara ya empieza a arder del calor. Así: gracias Mago que linda la jirafa.
Y entonces hoy charlo con José después de tres meses sin saber nada. Y me saluda, Sofía no lo puedo creer, y yo Mago, te has vuelto muy adulto. ¿Que paso con el ¡Soofiiiiia!? Y él creo que no se dio cuenta sino hasta el final. Y yo, Mago entonces mis clases están densas, pero me gustan. Nietzsche me hizo llorar el viernes, cuando estaba borracha con mis amigas y no supe que hacer. Y él, Sofía, ¿enserio? Y yo si Mago, pero así sintiéndolo en un lugar muy remoto. Y así todo el tiempo, sintiéndolo en un lugar remoto, viéndolo desde un lugar remoto, hablando con el desde un lugar remoto, siempre al otro lado de la ciudad, siempre al otro lado del colegio, siempre al otro lado de la calle. Él siempre manejando y yo caminando, siempre hacia otro lado.
Pero y entonces la jirafa delineada con su bisturí. Yo creo que él no se dio cuenta de la cantidad de transfiguraciones que tuvo la jirafa, y cuando la compró, la compró por ser jirafa y nada más. No por ser madera, ni ser herida, ni ser bisturí, ni ser transfiguración. La compró porque era jirafa, nada más, y él estaba en África. Pero y yo, Mago, ahí estoy yo, con la herida y el bisturí, y la transfiguración. Sin la madera, pero con otra piel. Ahí estoy yo en la jirafa. Pero entonces yo la veo, y me veo, y nos veo, y pienso en lo remoto que es África, y en lo silenciosa que es esta jirafa. Y lo mucho que mira por encima, y lo grande y fina que es. Y yo, Mago, pero por qué me das esa jirafa. Mago, que hay dentro de la jirafa. ¿La jirafa es el lugar no-remoto que me entregas en silencio? Entre pisos de madera y silencio, me la entregas, mientras suena ese MTV unplugged. Es así, Mago, ¿o me lo inventé yo todo?