Corazón

Rosalia cocinaba un pie de manzana en la cocina de su casa. Era amarilla con sus baldosas, verde con sus cajones, pero naranja con el sol que entraba por el techo transparente. 

No era grande, 3mx2m  de area del suelo, apenas si cabían horno, una nevera, un lavado y cajones repartidos cada hueco restante.

Pero en esa pequeña cocina, Rosalia cocinaba su pie de manzana. Había ya hecho la mezcla de azúcar, huevos y otros ingredientes que como observador he olvidado. Y ahora cortaba las manzanas que embadurnaría con ese dulce, para luego poner en el molde cuyo s bordes ya estaban cubiertos de masa. 

Tac, tac, tac tsaaaAAac

“fuch mieerda… puta”

¿Qué ha pasado ? no ha sonado como el corte de una manzana. 

“Pues claro que no narrador idiota, no he cortado una manzana sino mi maldito dedo corazón…”


Pero que grosera ¿no les parece? Increíblemente Rosalía parecía estar loca. No solo hablaba al aire, sino que se había cortado su propio dedo que confundía como su corazón. Pobre de ella. Debió haber sufrido mucho para tomar la decisión de apuñalar su propio corazón. Pero para la bondad de todos nosotros, esta loca, entonces en vez del palpitante, apuñaló el que señalaba.