“Buenas tardes, bienvenida. ¿En qué puedo ayudarla?”
“Buenas tardes hemos venido a observar y de pronto comprar”
“Espero vea algo que sea de su gusto. Y perdóneme el atrevimiento, pero usted se me hace muy familiar, ¿podría preguntar su nombre?”
“Nos llaman Marcela, la de las parcelas”.
“Ah, creo que si te conozco, eres marcela, la niña que se la pasa en la pasarela.”
“No espera, no somos esa Marcela. Somos Marcela la de las parcelas, esa Marcela que llaman cuando es necesario dividir, cortar, repartir, cercenar, agrupar, ordenar. Como cuando la muerte llega a la cabeza de familia y es hora de dividir su herencia. Entonces me buscan y yo llego a crear las parcelas, a repartir con justicia y balance para evitar el desastre que antes terminaba a familias enteras.”
“¿Oh, así que eres esa Marcela… Bueno y que trae a tan distinguida leyenda a una tienda de Arte?”
“Cómo le hemos dicho, hemos venido a observar y de pronto comprar”
“Tiene razón, perdone mi olvido, siempre me han dicho que tengo memoria de pollo”
“Mm no se preocupe, queda perdonada. Pero con respecto a su memoria, lo siento mucho, debe ser terrible vivir en ese cuerpo con una memoria de pollo”
“Oh, no tiene usted porque sentirlo, realmente solo yo puedo hacerlo. Y perdóneme el atrevimiento, pero siento que la he visto antes ¿cómo es su nombre?”
“…Creo que empezamos a entender lo difícil de su situación señorita memoria de pollo. Pero no se preocupe, que nuestra paciencia es amplia y duradera. De lo contrario no podríamos dividir tantas parcelas y satisfacer a tantos familiares. Nuestro nombre es Marcela, la de las parcelas.”
“Ah, pero si usted es famosa. Dígame, ¿ha visto algo que le haya gustado de la tienda?”
“Si, la verdad es que hemos visto un cuadro que nos ha llamado mucho la atención. Ese que está detrás de usted, el que tiene a tres jueces peleando en un juzgado por la sentencia de una gallina”
“Ah, es un bello cuadro, siempre me he sentido muy identificada con él. Verá desde niña me han dicho que tengo la memoria de una gallina”
“Si nos hemos dado cuenta, pero no tiene porqué pedir perdón por algo que usted misma sufre. Díganos, ¿cuánto cuesta el cuadro?”
“¿De qué cuadro me habla?”
“…Puede que no seamos tan pacientes cómo creíamos. Perdónenos, hablamos del cuadro detrás de usted, no sabemos por qué, pero sentimos una afinidad con el”
“¿Detrás de mí hay un cuadro? Ah mire usted claro, de hecho, este cuadro tiene una buena historia. Fue un regalo de hace muchos años de… perdone no recuerdo su nombre, pero bueno, fue un regalo para dar gracias por… perdone tampoco recuerdo la razón. ¡Ah! pero si recuerdo el día en que llegó y me contaron la historia, el cielo era naranja, yo llevaba apenas tres horas trabajando acá. Recuerdo la silueta de un hombre grande que con los brazos abiertos de par en par y las rodillas dobladas para poder pasar por la puerta, entró con el cuadro cómo si fuera un toro embistiendo a toda velocidad. Fue una escena que bien recuerdo. Aunque su rostro se desdibuja un poco en mi memoria, creo que tenía barba, ¿o era un bigote? No ya recuerdo, estaba recién afeitado y tenía unos cortes en el cuello.
Una vez adentro bajó el cuadro con estruendo y gritó al aire un BUENOS DIAS, muy contento. Yo respondí con imitando su entusiasmo, y fue entonces que empezó a contarme su intención de regalar el cuadro a la señorita… perdone no recuerdo su nombre, pero si le puedo decir que era la dueña de esta hermosa galería. El caso, le sigo el cuento, al parecer la señorita le había… le había… ah ya recuerdo, le había conseguido una gallina para un aprieto. Si, el hombre estaba desesperado por algo que no recuerdo, pero me dijo que anunció su preocupación a los cuatro vientos, y que la señorita le había asistido en su predicamento. Conmovido el hombre, que era un artista decidió pintarle un cuadro por la ayuda con la gallina, puesto que ella había sido puesta en un estrado frente a tres jueces y su quikirikeo le había salvado de quedar muerto”
“…Pero que increíble historia, Nos suena familiar. Nos hace recordar la historia de hace mucho tiempo, de una familia que no sabía cómo dividir la herencia, puesto que, si bien los terrenos eran pares, marranos habían 8, vacas habían 4, conejos habían 6 y canarios habían 16, solo había una gallina. Dos hermanos, con terquedad luchaban todos los días, casi se matan, y todo por esa pequeña gallina. Al final no supimos cómo, pero la gallina se había vuelto dos y la división pudo hacerse sin que hubiera más conflictos”
“¿División? ¿Qué división? Perdone señorita, ¿Pero está usted aquí para comprar una pintura? Estoy segura que algo de la colección le llamará la atención… Hmm, siento que la he visto antes”
“La división si, de la herencia de dos hermanos. Y perdónenos preguntarle, pero ¿por qué repite usted eso con tanto esfuerzo? En qué momento hemos cruzado caminos, estamos seguras que suyo, nada hemos dividido”
“Dividido, ahí está esa palabra otra vez. ¡AH! que dolor me ha sobrevenido. Mi cabeza palpita con algo que creo no debí haber conocido”
“Oh, díganos donde le duele ¿Necesita un doctor o de pronto sentarse? ¿Sufre usted de alguna enfermedad”
“Me duele aquí en la mitad de mi cabeza, en todos lados, pero solo uno, cómo si un cuchillo me hubieran enterrado y mi alma hubieran cercenado ¿Y sufrir? ¿Yo? Pero si de eso nada recuerdo, mi memoria de pollo no me permite recordar nada de eso”
“Hmm problemático, pero mueve en nosotras un recuerdo viejo… Pero nada de eso, Necesitamos ayudarla primero y luego resolver el predicamento”
“¿Predicamento? ¿Qué predicamento? ¡AH! Que dolor en mi alma siento”
“¿En su alma? ¿No había dicho en su cabeza?”
“¿Cabeza, alma, cual es la diferencia? De ambas siento solo la mitad, y la otra está vacía, pero en ella algo ahora palpita, y que dolor que es recordar. No lo quiero, por favor detenga mi malestar”
“Hmm… eso me suena familiar. Perdone le pregunto y más en este momento de malestar, pero ¿Cuál es su nombre?”
“¿Mi nombre? AH! Eso no lo debo recordar”
“¿Por qué, por qué? su nombre es necesario, algo dentro de nosotras se mueve, necesitamos conocer su nombre o de lo contrario su dolor no podemos ayudar”
“No NO NO, no puedo dar algo que ya no es mío. La gallina se lo ha llevado”
“¿La gallina? ¿Cómo se ha llevado un nombre una gallina?”
“Pues robando ¿cómo más? la gallina no despertó al gallo y en cambio vino, robó y huyó con mi nombre en sus labios. Que digo, en su pico, se lo llevó en su pico, en ese callado, brillante detestable pico. AH que dolor, recordarla, a esa gallina embaucadora. A ese pico que susurró a mi oído, que me distrajo y robó la mitad de mi alma. No no, no puedo recordar, maldita gallina se robó mi alma y me dejó un pollo como si fuera equivalente. Para una niña de pronto lo era, tan amarillo y tan hermoso, tan pequeño y cariñoso, tan juicioso y curioso. Pronto creció su cuerpo, pero su memoria de pollo no cambió. No cambió. Pero que digo, que son estas palabras que brotan de mi boca, qué dolor que acompaña mi memoria. No, no tengo memoria, tengo un pollo, un pollo que habita en mi memoria”
“Creo que está delirando, será mejor que la llevé ya con un doctor. Es imposible que un que tenga un pollo donde está su memoria”
“Ah, pero lo tengo, y ahora está picoteando, comiendo mi recuerdo. Déjeme le advierto, nunca confié en un gallo gallina o pollo, ¡sus promesas solo duran hasta que olvidan su recuerdo… AH! Se me hace usted tan familiar ¿Pero que hace aquí? Perdone, creo que no puedo atenderla, tengo mucho dolor de cabeza”
“¿No debemos confiar en una gallina? ¿A qué se refiere con un gallo, gallina o pollo?
“¿Gallo Gallina o pollo? De que habla usted señorita, pero si he de responder, creo que confiar en uno de esos tres sería absurdo, ¿qué clase de confianza tendría en un animal cómo esos, o más bien porqué si quiera lo pregunta? Creo que está usted delirando. ¡Ah! ¿Pero que es este dolor que siento?”
“Permítanos asegurarle que nosotras no somos delirantes. Es usted quien ha dicho que no se debe confiar en estos tres, por razones que desconocemos. Pero que entendemos su predicamento ante tal sufrimiento”
“Ayúdeme señorita Marcela ayúdeme por favor. Este dolor me está matando nuevamente, siento cómo se parte mi corazón”
“Se ha acordado usted de nuestros nombres, que alegría parece que está entrando en razón. Pero no entiendo ¿a qué se refiere con nuevamente? Y ¿no decía que le dolía el alma y la cabeza? ¿Desde hace cuánto le duele el corazón?”
“Ah! Desde siempre, desde el día en que nací hasta el día en que fue dividido en dos, hasta el dia en que fue arrebatado mi dolor. ¡Ah! Pero ha vuelto ha vuelto …” Pum
“¿Está usted bien? De repente se ha quedado callada y desplomada, dios nuestro, ¿se ha muerto? Por favor despierte, necesita usted ayuda, y tememos que siendo marcela la de las parcelas no tenemos experiencia para este problema. Perdónenos si la difamamos, solo tocaremos su hombro para despertarla. Máximo unas palmaditas en la mejilla y en un caso extremo si vemos que no respira, deberemos robarle un beso. Ah, pero que bien, si respira. Nos hemos salvado todas de una situación. Incomoda. Despierte por favor, despierte”
“—Ah, ¿pero que dolor de cabeza, que hago en el suelo? Oh, pero ¿quién es usted señorita? ¿qué hace tocando mi hombro mientras yo dormía?”
“Perdónenos, pero se ha desmayado, primero el dolor en su cabeza, luego en su alma, luego en la memoria a manos de un pollo y luego en el corazón. Nos hemos perdido en tantas palabras que usted ha dicho hasta desplomarse, y necesitamos tocarla para despertarle. Díganos ¿cómo se siente? Creo que hemos de llevarla a un doctor.”
“Ya le he dicho señorita, con mucho dolor de cabeza. Y por favor no repita tal acto, me recorren escalofríos pensar en tanto tacto… pero usted no ha respondido a mi pregunta ¿quién es?”
“Somos Marcela la de las parcelas”
“No. Ese no es su nombre, no. A usted la recuerdo señorita, y usted tenía otro nombre”
“Se equivoca, nosotras siempre hemos sido Marcela. Pero basta de delirios, acompáñenos al hospital”
“Nono, usted no me tocará de nuevo. Su voz mueve mi recuerdo, afilada, estridente, ¿Fue usted verdad? Fue usted quién tomó mi alma y me dejó en esta casa. Maldita madre que ha dejado en mí su obra. ¡Que me ha dejado cuidando vuestros cuadros y tesoros cómo uno más del montón! ¡Ah! Nuevamente me asalta el dolor… ¿Qué ha hecho con mi corazón? ¿qué ha hecho con mi memoria? ¿Se la ha dado a aquel hombre? Dígame maldita madre ¿qué se siente partir el alma de su propia hija?”
“Nono, está usted equivocada nosotras nunca podríamos… no tenemos ninguna hija, somos una respetada mujer que hemos trabajado duro y limpio para tener lo que hoy tenemos. Aquí solo he venido por un cuadro y me he encontrado con una loca. Solo intentábamos ayudarla, y nos ha insultado ¿Serán sus delirios o es otra cosa? Sabe qué, no importa. Me iré yo, a usted no la conozco, el cuadro ahora me parece inapropiado. Que otra persona llegue a ayudarla, yo por usted no puedo hacer nada.”
“Eso, lárguese madre maldita. Su lengua corta, pero ya poca cosa me ha dejado de antes. Me llama loca y es usted quién convive con otras en su propia cabeza cómo si fuera diosa. Mas bien bruja, y bruja loca. Madre bruja que robó mi memoria, pero esta vez le pediré algo. ¿Dígame al menos ‘cuál es mi nombre? Me he cansado de servir, me he cansado de no vivir. Este dolor que me acompaña lo cargaré al menos recordando lo que he perdido. Solo deme un nombre, un ancla, para que el dolor no se me olvide, para que los nuevos recuerdos dejen de irse, antes, de siquiera sentirles.”
“¿Su nombre? Pero si nunca nos lo ha dicho. Sabe qué, está bien le seguiremos el juego antes de irnos. Tiene un pollo en su memoria, un vació en su pasado, un conflicto con la vida, y una incapacidad de comunicarse con los demás a su lado. Parece usted maldita, y me apiado de usted. Si no tiene nombre, pues bien, le daré uno. Tu nombre es Ilana, elegida y despreciada, un árbol hermoso que sirve de comida, sombra, madera, y arma. Lo triste es que estás rota, así que solo medio nombre merecerás, Ila. Así te llamas”
“No, no ese no era mi nombre. No se vaya, devuélvamelo, róbelo de vuelta, o es que a usted también la han robado. Que gracia sería aquella. Yo perdí mi nombre y usted perdió cientos. debió haber sufrido bruja. Ahora usted divide familias, ahora usted divide nombres. Ayer usted los completaba, hasta que en mil pedazos rompieron su mente. Déjeme, lárguese ahora, al menos medio nombre, aún si no fue mío me ha dado. Pero así sea por este momento de dolor que recordado, me he dado cuenta de lo rota que usted camina, y me alegra. Me alegra saber que hay justicia, que el dolor no es solo mío. Váyase ahora, no vuelva, caminemos rotas y yo con una sonrisa señorita madre maldita. Espero que gallinas aparezcan en su vida, que le picoteen el alma y pierda más nombres, que se multipliquen en su cabeza y le duelan en el corazón. Que le prometan el mundo, solo para olvidarlo al siguiente segundo.”
“Realmente que no la entendemos mujer, ahora si estamos seguras que usted está demente. Quédese con sus maldiciones, nosotras somos una, y nuestro trabajo es uno. El suyo, está roto, perdido y lo lamento. Adiós.”