Hay un tenis blanco en el cuarto y la luz entra en diagonal.
No nos vemos y eso duele un poco, agita una fibra, mi corazón parece un pollo crudo y deshilachado.
Y está el tenis y un perro y los tambores.
Las uñas me sangran, todo es confuso y así será.
Días de domingo, dejadez, un televisor que nadie ve, mas nadie apaga.
Las películas corren y se cortan y se les quita el volumen y tocan a la puerta.
Las sillas con crumbs, me desbarato y no me encuentro y me hago polvo delgado,
la amargura no me deja dormir.
Corre la mente y yo no,
hay fresas y arándanos, rojo sobre negro, corre, corre,
arte y el hombre que desconozco.
Desconocer.
No quiero ser un extraño para quienes
me quieren,
pero cómo no serlo,
si soy extraño para mí,
y me veo, este no es mi cabello, y qué hago en un taxi y por qué no
por qué me siento solo,
por qué incompleto,
por qué podrido.
Me siento como viendo el final de una película,
abandonado en el cine,
con un tiquete que no compré.
Y es todo extraño y multitudinal.
No me des tu espalda, no.
No te vuelvas extraña,
no me vuelvas un extraño,
no me dejes ir.