Por: Estefanía Guarquin

” … Sólo la casualidad puede aparecer ante nosotros como un mensaje. Lo que ocurre necesariamente, lo esperado, lo que se repite todos los días, es mudo. Sólo la casualidad nos habla. Tratamos de leer en ella como leen las gitanas las figuras formadas por el poso del café en el fondo de la taza… “

 Milan Kundera, La insoportable levedad del ser

Culpo a:

La astrología, a los planetas y a ella por mirarme a los ojos de una manera tan profunda que creo haber comprendido el miedo genuino.

A los Vedas, al ayurveda y sus doshas:  Kapha, Pitta y Vatta y al jodido jengibre que me sigue salvando.

A Kundera y a Borges que me malviajan… me hacen llorar… me dan taquicardia…

A la meditación, esa que me ha transportado a la infancia, la del huevo dorado y a esa que me hace cabecear para darme cuenta de lo dormida que estaba.

Al Transmilenio y su cruel existencialismo.

A él, que un día me escribió sin preámbulo alguno: tu mirada es rara… pero no se atrevió a explicarse, “porque es difícil de explicar”

Culpo al mismísimo aire, por querer aparecérseme en todos lados.

A NC-arte y a Juana Berrío (que no conozco) por querer promover la “comunicación dinámica entre el público y la obra de arte, generando nuevos discursos” trayendo a Matt Mullican en estos días.

A él, que me dijo “hay que darle tiempo al tiempo”,

Al tiempo y sus bifurcadas posibilidades

A aquella mariposa que aleteo al otro lado del mundo y como una brisa, tenue, constante y casi imprevisible llego a mi. 

Humm- hhhhhhhaaahhh… y culpo A Matt Mullican…

…Y a mi misma que conspiré en mi contra, haciéndome pensar que eventos que se resumen en las anteriores frases se debían hilar entre ellos … haciéndome creer que son coincidencias… que debo leerlas…

A todo lo que ha ocurrido durante los últimos meses

 lo culpo por este texto

Parto desde aquí, un lugar donde las coincidencias colapsan, dialogan y me confunden. 

Bogotá, abril 2019. Generalmente cuando me acerco a una obra intento entablar un dialogo, me voy por los detalles, por las sutilezas, por lo que no esta explicito, por lo que siente mi cuerpo, por la imaginación, por el contexto. Lo que ocurrió en NC- arte con la exposición Representing the Work– Matt Mullican, fue similar, pero de igual forma extraño. Creo que nunca había tenido la necesidad, ni la ansiedad de leer cada detalle de una obra que me rodea. En este caso un vasto repertorio de la vida del artista, estadounidense- venezolano, quien, en breves palabras, como lo menciona Juana Berrio curadora de la exposición, “se ha interesado en la representación de las formas complejas cómo el individuo experimenta el mundo”. En los pasillos creados por 64 lienzos que se extendían desde el techo se hallaban símbolos, iconos, palabras, colores y fotografías; en el extenso texto que de manera rítmica y poética narraba la realidad y creaba imágenes mentales; en los videos de performances en donde el ojo sigue el paso incierto de mullican hacia su próximo movimiento; y en la fragilidad de los cristales que conforman una escultura donde esferas se entrelazan… en todas estas obras, espacios y materiales esta Mullican y sus cinco mundos. Al referirnos a los cinco mundos hablamos de orden, de categorías y de relaciones, de una cosmología tan sencilla y compleja como: azul- vida cotidiana, amarillo-arte, negro- lenguaje y símbolos y rojo- lo subjetivo. Hablamos de cinco mundos que de manera anacrónica Lao Tse (en Tao Te Ching) explica incluso mejor que el propio artista:

“Los cinco colores ciegan la vista;
Los cinco tonos ensordecen los oídos;
Los sabores cinco privan al paladar de gusto;
Las carreras de carros y la caza
Enloquecen la mente; los objetos raros
Y difíciles de conseguir
Entorpecen la conducta de los hombres
Y la inclinan al mal.

Por eso el sabio busca satisfacer (el deseo) del vientre, y no el anhelo insaciable de los ojos.
Pone esto en último lugar, y prefiere aquello.“

De allí, parte la exposición de Mullican de un afán de conocimiento espontáneo, de querer palpar el mundo, de querer construir su propio gabinete de curiosidades esta vez desde las cosas menos extrañas, de querer construir su propia biblioteca de Babel, su propia religión.

Pero, también, en todas estas obras, espacios y materiales ni Mullican ni su obra estaban solos, es más, ahora yo (o nosotros), los espectadores, tampoco lo estamos, vamos acompañados por That Person (Esa persona) un ente atemporal y sin género, el cual subyace en el inconsciente, es una especie de Alter ego (otro yo) que se emancipa gracias a la hipnosis (método que el artista ha empleado desde la década de 1970) de su domesticado y occidentalizado Matt. Y es precisamente estas subjetividades las que al recorrer la galería me empiezan a contagiar de cierta enfermedad, porque me suscitan, me recuerdan y me hacen entrar en un trance en donde todas aquellas casualidades colapsan.  Representing de work– Matt Mullican fue un paréntesis en donde todas las casualidades y coincidencias abrumaron por fin mi mente, y digo por fin, porque al abrumar la mente, tal vez, ese alter ego resucito en mi y de pronto mezcolanza de azul con sopa, de amarillo con almohada, de negro con sangre, de aire con verde, de blanco con olvido, de rojo con psicosis llegaron ¿de dónde venían?… no lo quiero saber.

Y ¿qué pasa si más bien lo que ocurrió fue que al adentrarme en la obra de manera ingenua y pensando más en mí que en el artista empecé a buscar algo dentro de esta nueva manera de representar el mundo?

PERO
¿QUÉ ESTABA BUSCANDO?

NO SÉ
PERO ESTO FUE LO QUE ENCONTRÉ

(con respecto a las casualidades):

Encontré una carta astral, que me mostró el lugar donde estaba antes de venir al mundo de manera explícita y sin tantas coordenadas.

Ví pasar el tiempo, mientras le hacia experimentos psicológicos a Glen y analizaba su comportamiento tras un vidrio. Negativo para bipolaridad, ansiedad, depresión y autismo. No está loco solo esta aburrido

Encontré el Tao, el Samsara y el Evangelio en el mismo lugar. Sólo hay que parpadear y decir la palabra mágica para cambiar de camino.

Encontré una huella dactilar en la pared de una escena del crimen y ahora me escondo, aunque sé que no soy culpable.

Me dí cuenta de que tengo que ir al oftalmólogo porque la alergia parece convertirse en infección y se carcome mi campo de visión, ahora solo veo una única realidad.

Encontré un reflejo de mi inmediata realidad y me di cuenta de que tengo una espalda irregular.

Ahora puedo encontrar que le estaba pidiendo mucho a Mullican y a That Person muy poco. Que quería entender tanto la obra como las casualidades de maneras explícitas razonables e inmediatas como todas las veces que busqué en google bajo frases que ni siquiera tenían buena ortografía y en sí sentido. De esta forma That person resulto ser mucho más coherente, buscaba en sí mismo respuestas que tal vez deconstruían, chocaban y reinterpretaban la realidad. He allí lo más interesante de toda la exposición y de la obra de Mullican, en donde algo tan subjetivo como el choque entre sus impulsos, sus interpretaciones, sus sentimientos, sus intrigas, sus propias casualidades y coincidencias; las realidades de su consciente y su alter ego pueden traer a colación la disputa entre opuestos, el cuerpo- la mente, el bien – el mal, oriente -occidente, materialismo – minimalismo, el cielo – el infierno, la ciencia -la religión, todos temas recurrentes en la historia y en nuestro contexto. Sin embargo, él los aborda sin alejarse mucho de lo más próximo que tiene y que de cierta forma puede llegar a controlar o comprender, él mismo. Mullican conoce sus limitaciones cuando se trata de ser humano, él sabe que no lo puede saber todo ni clasificar todo. Sin embargo, él sabe que sus limitaciones en el arte son mucho menos reducidas y por eso toma el riesgo de hacer de su arte su propio universo, su propio Aleph, su propio sentido. Se arriesga a que el mundo lo vea en su vulnerabilidad porque tal vez reconoce que es valioso tanto para él como para todos los que como espectadores esperamos más del artista que de nosotros mismos. Llegados a este punto, considero pertinente mencionar que el arte una vez más se vuelve político, necesario y pertinente. No obstante, para mí la conclusión más sensata a la que puede llegar este texto y en donde todo cobra sentido es que la práctica artística como necesidad y respuesta existencial puede ser el culto, la religión y el dogma del siglo XXI, o por lo menos esto es lo que Matt Mullican me ha suscitado a lo largo de este texto y de su obra.  


Referencias

Lao Tse. (2014). TAO TE CHING(A. Guijarro, Trand.). Madrid: Kailas Editorial.

Oñate, I. (2018). “El sentimiento de las cosas” por Matt Mullican. Recuperado de https://www.metalocus.es/es/noticias/el-sentimiento-de-las-cosas-por-matt-mullican

Ferreyros, T. (2014). Tapping the subconscious: The Hypnotic Art of Matt Mullican. Recuperado de https://www.moma.org/explore/inside_out/2014/06/12/tapping-the-subconscious-the-hypnotic-art-of-matt-mullican/

Pasori, C. (2018). VIRTUAL REALITY AND HYPNOSIS ARE MATT MULLICAN’S CHOICE ART TOOLS. Recuperado de https://www.interviewmagazine.com/art/virtual-reality-hypnosis-matt-mullicans-choice-art-tools

Pirelli HangarBicocca. (2018). Matt Mullican: Performance under hypnosis. Recuperado de https://www.hangarbicocca.org/en/event/matt-mullican-performance-under-hypnosis/ Zenkan. (2014). GLOSARIO BUDISTA. Recuperado de http://zenkan.com/glosario/glosario-budista/


La página web de NC- arte no existe (en febrero de 2021) pero se pueden ver imágenes de esta exposición aquí: https://artishockrevista.com/2019/05/16/matt-mullican-representing-the-work/